Imagínense ustedes a un par de personas, hombre y mujer, que quedan a la salida del trabajo con el fin de repartirse unas naranjas recién llegadas de Valencia.
Él, saca una bolsa repleta de naranjas del maletero de su coche, se la entrega a ella y justo en ese momento, la bolsa se rompe y las naranjas, rodando, se esparcen por todo el aparcamiento.
Ambos se ríen, se miran y miran a su alrededor para asegurarse que nadie les ha visto y sonrojados, con cara de tierra trágame, recogen las naranjas y las depositan en el maletero del coche de ella. Se vuelven a mirar, se vuelven a reir...
Aunque en este encuentro se puede intuir el comienzo de una bonita historia, la verdad es que entre tanta naranja, nunca llego a haber ninguna media, pero al menos dio pie a esta foto.
A mi amigo Chema. Un abrazo.
Coincidencias de la vida y un buen ojo par ver una foto distinta. Llamativa foto en la que su simplicidd y el contraste de las naranjas y el suelo me llaman la atención. Me gusta.
ResponderEliminarGracias Vicalva, por tus siempre amables palabras.
ResponderEliminarO como un pequeño accidente cotidiano puede dar lugar a una bonita foto (lo sencillo siempre funciona) y una ensoñación...Gracias Pablo, por tu imaginación...y sobre todo tu amistad.
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